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Hace unas semanas saqué en El Periódico de Aragón una reseña sobre la edición de los Cantos de Leopardi que se incluye en la colección Letras Universales de la editorial Cátedra. Hacer la reseña de un clásico siempre me ha parecido una tarea algo peliaguda, porque la misma naturaleza de un libro considerado clásico hace muy difícil decir algo nuevo y, por ende, que merezca la pena. Afortunadamente, el caso de Leopardi es algo peculiar, ya que es un autor plenamente reconocido, pero sin una popularidad generalizada. Además, aparte de hablar de la obra en sí, en esta oportunidad cabía hacer algún comentario respecto a la edición que llevó a cabo María de las Nieves Muñiz, que convierten al libro de Cátedra en un auténtico tocho: más de 1.000 páginas, de las que la mitad aproximadamente son notas y comentarios a los poemas. Poco después de sacar la reseña, y buscando algo de bibliografía, encontré un comentario sobre el valor de dicha edición, que vendría a decir que pa qué tanto. Se esté de acuerdo o no con lo que esa crítica dice, creo que merece la pena echarle un vistazo. Mientras tanto, esto es lo que yo escribí sobre el libro:

La tensión de los poemas de Leopardi en una monumental edición bilingüe

La editorial Cátedra acaba de reeditar en su colección Letras Universales la edición bilingüe de los Cantos de Giacomo Leopardi (1798-1837) que hace una década publicó María de las Nieves Muñiz. Es una segunda edición revisada, que no aumentada, porque poco más se podría añadir a las extensas notas que ocupan prácticamente la mitad de las más de 1.000 páginas del volumen. Este enorme aparato crítico es con toda seguridad más que suficiente para el lector que quiera acercarse a la obra de Leopardi, un autor que corre el riesgo de padecer el destino de muchos ‘clásicos’: muchos conocen su nombre, pero pocos lo han leído realmente.
En este caso, desde luego, no puede afirmarse que Leopardi sea un poeta de dominio público; ni siquiera su influencia entre los poetas españoles ha sido muy grande, a pesar de haber tenido atentos lectores como Unamuno, Jorge Guillén o Antonio Colinas, por citar a tres autores diversos. La diversidad de sus lectores puede resultar significativa para señalar la particularidad de la poesía de Leopardi, en donde confluyen fuerzas a veces contradictorias: el neoclasicismo de algunas de sus composiciones frente al romanticismo de otras, o la visión extática de la naturaleza frente a una profunda y pesimista angustia existencial.
Esta tensión de fuerzas se hace muy patente en los Cantos, que al fin y al cabo recogen composiciones que Leopardi escribió a lo largo de toda su vida. Entre ellos se encuentran reconstrucciones de metros y temas antiguos, composiciones de amor y desamor, reflexiones personales y morales, y algunos poemas merecidamente recordados, como “A sí mismo”, “Ocaso de la luna” o “El infinito”, con sus hermosos versos finales: “Así entre esta / inmensidad mi pensamiento anega: / y naufragar en este mar me es dulce”

Efectivamente, todo el poema «L’Infinito» me parece hermosísimo. Sin embargo, he de confesar que esta traducción no acaba de gustarme, y me da la impresión de que la resolución del último verso deja el poema un tanto cojo, en comparación con la versión original:

L’ Infinito

Sempre caro mi fu quest’ermo colle
e questa siepe, che da tanta parte
dell’ultimo orizzonte il guardo esclude.
Ma sedento e mirando, interminati
spazi di là da quella, e sovrumani
silenzi, e profondissima quiette
io nel pensier mi fingo; ove per poco
il cor non si spaura. E come il vento
odo stormir tra queste piante, io quello
infinito silenzio a questa voce
vo comparando: e mi sovvien l’eterno,
e le morte stagioni, e la presente
e viva, e il suon di lei. Cosí tra questa
inmensità s’annega il pensier mio:
e il naufragar m’è dolce in questo mare.

He intentado buscar la traducción que hizo Antonio Colinas de este poema, pero no recordaba que el libro donde la tenía se lo presté a un amigo. Qué se le va a hacer. Sea como fuere, «L’Infinito» me parece un gran poema, que además siempre he asociado con una canción de Franco Battiato, «Sentimiento nuevo» (el título es en español, pero la canción original es en italiano), que cuando dice «ed è bellisimo perdersi in quest’encantesimo» me recuerda el final del poema de Leopardi. Como cualquier excusa es buena para oír a Franco Battiato, aquí va un vídeo de la canción (las imágenes son algo chocantes, pero la letra y la música siguen siendo excepcionales):

7 pensamientos en “Giacomo Leopardi: Cantos

  1. Hola. Muy sugestivo este post. La crítica está bien, muy ajustada, pero mejor aún en versión «extended», con los comentarios adicionales. El link que proporcionas vale mucho la pena también. No le falta razón. En cuanto al verso, Colinas lo traduce así: «y naufragar en este mar me es dulce». O sea… Pero la traducción de Colinas tampoco es para alquilar balcones, en general.

    Personalmente preferiría una más apegada a la letra italiana, por cuestiones de ritmo y demás: «y (el) naufragar me es dulce en este mar». Ya sé que no satisface del todo tampoco, pero…

    Creo que tengo por ahí recogida alguna otra bonita versión del poema. Si lo encuentro, ya veremos qué traducción se da.

    Da gusto que alguien se ocupe de estas cosas.

  2. Agradezco mucho todas las críticas y entiendo tanto las dudas sobre la extensión del comentario, como la insatisfacción acerca del verso final del «Infinito» en mi versión castellana. Respecto a este último punto, he tachado y reescrito al menos veinte veces las dos versiones posibles:
    “y el naufragar me es dulce en este mar”
    «y naufragar en este mar me es dulce»
    La primera era la mejor para sugerir el final sin fin que prolonga en nuestra imaginación la vastedad del espacio abierto. Era la peor desde el punto de vista métrico (Leopardi nunca hibiera puesto al final de verso una palabra aguda). Las dos soluciones son malas, y ninguna de ellas evita la leve cacofonía de la repetición de -ar (naufragar… mar). La otra objeción, la entiendo sí, pero no la comparto. Hay una relación inversa entre brevedad del texto poético y densidad. La densidad no se percibe de forma automática. No es cierto que la poesía requiere sólo y siempre una lectura intuitiva, aunque esa es la que garantiza la otra, la reflexiva. Leopardi mismo comentó el «Infinito» en su «Zibaldone», reflexionó sobre la sensacón de infinitud y sobre su origen en las sensaciones «indefinidas». Quise preservar la libertad del lector despojando el texto de notas y desplazándolas al final. Pero esas notas, quien desee hacer uso de ellas, no se imponen al texto, tratan de colaborar en una lectura suya más intensa. Montale ha apreciado mucho a los críticos literarios. Hay opiniones muy dispares sobre el asunto, pero no existen lecturas «naturales»: siempre que leemos, interpretamos y creemos entender a nuestro modo. Otras veces no entendemos nada o nos equivocamos. Es legítimo, es necesario, es bueno y enriquecedor dialogar con el texto, preguntarnos: ¿por qué Leopardi dice que «casi se atemoriza» su corazón? ¿y por qué «casi» ? ¿Qué significa «morte stagioni? ¿Qué es «il suon di lei»? Esa ha sido mi actitud, la de un lector inquieto, no la de un profesor pedante que avasalla con prolijidades la belleza poética. Mis mejores deseos de un Feliz 2010.

    • Ha sido toda una sorpresa, y también una gran satisfacción, que la editora de los Cantos de Leopardi respondiera a esta entrada y sus comentarios.

      Precisamente hace unos días comentaba yo con un amigo (ése al que le presté la traducción de Colinas que no encontraba) lo peliagudo que era la traducción del verso de L’Infinito, por las razones que tú misma señalas: la rima interna de «naufragAR en este mAR» chirría un tanto al oído, y terminar en aguda el verso también es objetable a ojos de la preceptiva más clásica (a este último respecto, cuando escribía sobre esto me acordaba de un artículo escrito por Francisco Rico, «El destierro del verso agudo», en el que indaga en cómo los poetas renacentistas evitaron la rima aguda en los entonces novedosos metros italianos). Y el comentario de «Haygentepató», como el tuyo, María de las Nieves, abunda en lo díficil que es traducir satisfactoriamente un verso cuya forma original es tan redonda y tan perfecta.

      Respecto a la extensión de tu edición, con este mismo amigo comentaba de manera jocoseria cómo a Cátedra no le tiembla la mano a la hora de sacar tochos de más de 1.000 páginas. Por supuesto, toda información que ayude a una mejor lectura de un texto ha de ser bienvenida, y en el caso concreto de esta edición, más aún por lo que tú misma señalas: las notas no interfieren en el texto literario puesto que las has colocado al final, algo que es de agradecer; todos hemos sufrido ediciones con cientos de notas a pie de página que reducían a un par de líneas el texto comentado, y que hacen de la lectura una tarea laberíntica. Sin embargo, también me pareció interesante traer a colación una opinión contraria con la que, como yo mismo decía, se puede estar de acuerdo o no (en este caso, por lo que puede verse en los comentarios del blog aludido, parece ser que el autor tiene alguna que otra cuenta pendiente con Cátedra). Y tus razones para defender la amplitud de los comentarios son impecables y muy interesantes.

      Muchas gracias por haberte pasado por aquí.

  3. Hola a todos. Me he enterado de que tenía un enlace a mi blog puesto aquí y quisiera aclarar que mi cólera cuando escribí aquella crítica sobre los Cantos no era tanta como parece. Los poemas en la edición de Cátedra pueden leerse con facilidad, la traducción me pareció magnífica y hay muchos datos de interés… Lo que ocurre es que el hecho de haber sufrido agujetas en los brazos después de sujetar durante varias horas aquel tomo descomunal es posible que me alterase un poco. La edición la veo innecesariamente exhaustiva para un libro dirigido al «gran público» pero qué duda cabe que quien esté buscando todo sobre los Cantos se sentirá muy satisfecho.

    (Mi cuenta pendiente con Cátedra fue que en la edición de «Doña Perfecta» te cuentan el final en una nota a pie de página al principio de la novela y eso no está bien. Algunos seguimos acercándonos a los libros con la inocencia del a ver qué pasará luego.)

    Os deseo un feliz año a todos.

  4. Buenas noches y feliz año por ahí arriba.

    Están saliendo cuestiones interesantísimas, ¡qué bueno ver un blog donde los comentaristas aportan opiniones de calado! Ante todo, mi saludo, acompañado de un abrazo si me lo permite, para Mª N. Muñiz por su titánica edición. Desde luego, lleva toda la razón en los considerandos que aporta. Pero… también me parece importante algo que quizás esté tras las iniciales objeciones (ahora matizadas) de Petrarca. Me parece que lo deseable sería que estas ediciones saliesen «por colleras». Me explico: una verdaderamente dirigida al «gran público» (con los peros que se quiera poner a esta acuñación), donde a menudo conviene que el aparataje crítico, histórico y erudito no sea muy amplio. Y otra mucho más especializada, donde, desde luego, se puede ––y se debe– echar el resto. En cierto modo es la línea de doble edición que inició Crítica hace ya bastantes años, pero que, si no me equivoco, se fue al traste. Pero claro, el mercado español (o en español) de los clásicos es tan flacucho que quizás esto sea pedir peras al olmo…

    En cuanto al verso dichoso, creo recordar que encontré por ahí tiempo atrás una versión que traducía: «y el naufragio me es dulce en este mar». No aseguro la literalidad, porque no tengo la traducción delante. Sí recuerdo al traductor, Hernán Isnardi, así como que el resto de la versión no me dijo gran cosa, pero de ese verso me chocó, precisamente, lo que parece un intento de rehuir esa cierta cacofonía entre «naufraga» y «mar» a la que hacíais referencia.

    Muy cordiales saludos.

  5. descubro apasionado la entrada (y el resto) de este blog. Felicidades por vuestras aportaciones, Ha sido una muy grata sorpresa leer los comentarios de la profesora Muñiz, esclarecedores en la comprensión no solo de la labor del traductor sino también del proceso hermenéutico de lector de poesía. Un saludo

  6. Os dejo esta versión del infinito. En los comentarios del vídeo aparece el texto. Mi gratitud a la profesora María de las Nieves Muñiz.

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